Hace unos meses atrás publiqué una nota contando acerca de cómo las hembras de mamíferos ungulados tienen la capacidad de determinar el sexo de los hijos. Las hembras producen más hembras o machos dependiendo de su estado nutricional general – y su estado nutricional general depende directamente de las condiciones ambientales. De esta manera la cantidad de hembras o machos en una población animal estará adaptada a las condiciones ambientales, y no es algo fijo como se pensaba hasta hace algunas décadas.
Esta característica de adaptar la próxima generación (en cuanto a sexo) a las condiciones ambientales reinantes ya se conocía para varios grupos de animales especialmente insectos, reptiles, peces y aves. Ese fue el primer récord en mamíferos.
Y ahora le llegó el turno a los humanos. Sarah Johns de la Universidad de Kent, preguntó a 609 mujeres embarazadas cuánto pensaban que iban a vivir. Después de que las mujeres dieron a luz, comparó estadísticamente la respuesta de las mujeres con el sexo de los recién nacidos.
Las mujeres que pensaban que vivirían más dieron a luz preferencialmente varones. Incluso, a cada año agregado que la mujer "pensaba vivir" la posibilidad de dar a luz un varón aumenta en un 1%.
Logicamente, tras estos resultados hay un mecanismo psicólogico que está influyendo en el funcionamiento corporal, y éste de alguna manera, está determinando el sexo de los hijos. ¿Qué mecanismo es y cómo funciona? No se sabe.
Los resultados están de acuerdo con otro estudio reciente, Mhairi Gibson, de la University College of London ha mostrado como el nivel de nutrición de grupos de mujeres en Etiopía está directamente relacionado al sexo de los hijos que darán a luz.
Sin embargo, este nuevo estudio de Johns muestra de qué manera hembras podrían determinar el sexo de los hijos también en ambientes saturados de recursos – donde no existe carencia.
La explicación evolutiva para tal capacidad biológica es larga y tediosa – la doy sólo si alguien se interesa.
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