29.9.06

templo


el hombre joven de traje oscuro se sentó con gracia frente al piano y después de dos segundos de concentración desató en el aire ramilletes de notas de todos los colores posibles.
todos rieron y, como niños, corrieron y saltaron tratando de agarrar alguno de los bouquets flotantes.
pero al ser tocados, los ramilletes se deshacían como burbujas.

y mientras Wolfgang, con una sonrisa, continuaba impregnando el mundo con carcajadas de música, Sócrates hablaba a sus alumnos sobre la incerteza de la realidad.
Leonardo diseñaba un artefacto que produjera flores desde el sonido del viento y Newton anotaba fórmulas que anticiparan el errático movimiento de las notas en el espacio.
Pablo pintó la escena como si pudiéramos verla desde muchos ángulos a la vez y Charlie hacía que muchos se revolcaran de la risa bailando ridículamente con su sombrero y su bastón al son del allegro.

esa mañana - bajo la catedral de la evidencia - todos fuimos mejores entre mejores y el único dios palpable se disgregó en átomos infinitos adquiriendo las formas de todos nuestros deseos.

(imagen - frank h.)

4 comentarios:

tzarel dijo...

La bóveda celeste y el imaginario musical. Solamente Sócrates como sombra se desvanece en el tiempo.
La carcajada de Amadeus llena el espacio y lo transforma. Como en la película, un genio travieso riendose como si la felicidad fuera tan fácil.
Saludos Tzarianos, Frank.

franhilz dijo...

saludos tzarel!
mensaje transmitido ... with a little help of my friends ...

:o)

Anónimo dijo...

Excelente presentación.. llena de gracia y cierto sarcasmo.

Aunque no sea yo - el más indicado para opinar.

S. G.
C. Galand

unsologato dijo...

aplausos, che...
me lo llevo colgado de la sonrisa optimista mientras comienza a llover en baires

shalom con abrazo felino!!!