10.2.12

sentido de humor


todos los filósofos de a peso sentados alrededor de la fogata en la playa esa noche con guitarras y cervezas. estábamos echando al fuego todos los diccionarios y los manuales técnicos y la hoguera ardía feliz y crujiente bajo las estrellas de una noche tropical con nubes largas y flacas relamidas por el viento hasta la anorexia y con horizontes que se negaban a renunciar a esos tonos violetas rosáceos que son un amor.
comenzamos el concurso. el primero dijo 'lo importante no es el destino sino el camino' y hubo aplausos y hurras. el segundo dijo 'no estoy de acuerdo contigo, pero moriría por defender tu derecho a dar tu opinión'. hubo menos aplausos, hubo incluso algunos bús. pero, entrechocamos botellas y bebimos otro trago.
unos segundos de silencio nos permitieron escuchar el crepitar de la hoguera, el oleaje sobre la playa y el aleteo de los pipistrelos entre las palmeras.
entonces dije 'la verdadera salvación es volver a la naturaleza'. fue cuando tuve que huir pues decidieron echarme al fuego.
los filósofos de a peso no tenemos sentido de humor.

4.2.12

mutaciones



hace exactamente tres millones de mañanas metí las dos manos y el alma en universos danzantes de gaseosas y hot-dogs cuando el sol estallaba lanzando una lluvia de magia sobre un mundo cada segundo más evanescente 
Flash Gordon escribió algunos comentarios en la Revista del Sábado que mis papás traían desde la feria, doblada en bolsas con tomates y manzanas, pero no tuve tiempo de escuchar el rankin de canciones ni de leer lecciones de último minuto
todo era un amanecer de espejismos y nos lanzamos a nado hasta la bella durmiente roca volcánica, con un pasaje para la Enterprise y una regla para medir cosas
si hubiera sabido entonces lo que sé ahora
pero, los supuestos no sirvieron ni servirán aunque estemos condenados a vivir por ellos
respirar hondo
y a seguir nadando