15.9.04
el Tiempo del mundo vivo
Anteriormente revisamos la enorme incertidumbre de la Física sobre el Tiempo.
El mundo vivo es otra cosa... parece. Al menos en este Universo, al menos en este planeta.
Los organismos vivos estamos formados por átomos y moléculas y vivimos en un planeta bajo ciertas condiciones específicas de gravitación, presión y velocidad de rotación.
Esas condiciones ‘muertas’, físicas, son las que han condicionado el tamaño de las células - (¿por qué las celulas son ‘pequeñas’? ¿por qué no existen las celulotas grandotas?) – el tamaño y estructura de los animales y la conformación de las plantas.
La Vida ha surgido en este planeta, adecuándose a las condiciones de él. A su tamaño, a su atmósfera, a su agua, a su Sol y Luna... a sus días y estaciones.
El ciclo de las plantas está tan ‘perfectamente adecuado’ a las estaciones, simplemente porque las plantas han evolucionado BAJO esas condiciones, “siguiendo” esas condiciones.
(causa risa escuchar a los religiosos cuando se “maravillan por la perfección de la creación” – la “creación” evolucionó bajo estas condiciones, por eso es ‘perfecta’ para estas condiciones, vamos, si es de perogrullo!)
Esto nos podría llevar a pensar que el Tiempo biológico es del tipo Newtoniano – igual en todas partes, estable, único y medible.
Craso error, muchachos! – el Tiempo biológico también es relativo.
El Tiempo, su ritmo de avance, son totalmente diferentes para una ratoncito, que vive un año que para un elefante que vive 150.
Muchas bacterias, han encontrado la manera de reproducirse aún más rápido de lo que demora en duplicarse su única molécula de DNA, logrando así “ganar tiempo” aún “en contra” de la lógica biológica.
Un ejemplo mucho más concreto y cercano – la percepción de Tiempo que tiene un niño de cinco años en totalmente diferente a la de un adulto de 70.
Pongan a los dos sentados, lado a lado, en un viaje de dos horas y el niño “se muere” de aburrimiento y el anciano despierta y dice, “Oh, ¿Ya llegamos? ¿Tan rápido?”
O sea, que en el mundo vivo, el Tiempo real en que los organismos viven tiene que ver directamente con metabolismo y ciclos circadianos. Nuestros relojes internos inician su camino a toda velocidad para ir desacelerando lentamente hasta detenerse.
El Tiempo para un insecto que vive un solo día es tan diferente del Tiempo de sus alrededores, que es muy posible que para él ese mundo ni siquiera exista.
El comienza a moverse, nace y da sus primeros pasos en algo que para nosotros son dos horas. El insecto pasa su infancia, llega lentamente a la adultez en algo que para nosotros son unas cuatro horas. El insecto encuentra pareja, tiene sexo y se reproduce, es decir, ya ha vivido la mitad de su larga y azarosa vida, después de nuestro almuerzo.
Para él allá lejos, en alguna parte, hay todo un mundo ‘inmóvil’, con un ritmo de Tiempo tan, pero tan lento, que el insecto ni siquiera percibe esos cambios, o los percibe apenas. Pero son tan lentos que no tienen importancia alguna en su vida.
El Tiempo –aún en Biología – es difícil de definir.
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