13.12.04

para Quijotes modernos


Volviendo de las vacaciones, el 30 de agosto pasado, posteé esto:

Viajando hacia el norte de Ontario, uno pasa por Ferndale – un pueblo agrícola con un centrito de casas y negocios y el resto de la población repartida por los campos, entre plantaciones, alamedas y ganado. Nada extraordinario.
Una única estructura llama la atención desde la carretera - un estilizado molino de viento, alto, blanco, que se eleva en medio de los campos.
Lo de "molino" es falso, pues la moderna estructura ya no muele nada. Es un generador de electricidad. Uno de esos aparatos que captan energía eólica y la transforman en energía eléctrica.

Lo interesante es que ese solitario generador produce electricidad para las casi 500 casas de Ferndale y entrega un cuarto de la necesaria para toda la Península Bruce.
Un molino eléctrico. Uno.

No se puede dejar de pensar en la cordillera de la costa chilena, la que es azotada por el constante y poderoso viento del Océano Pacífico. ¿Cuántos de estos molinos serían necesarios para surtir de electricidad barata, limpia y segura a una inmensa población chilena?
Quizás mi pregunta esté de más – yo no he estado en Chile en veinte años y es muy posible que varios de estos molinos ya giren sin parar en el litoral chileno.

2 comentarios:

Hans Lazzaro dijo...

Doc:

Yo estoy en Chile desde hace 9 años y puedo indicarte que lo que anhelas aún no es realidad. Es lamentable que ello no sea aún realidad pero a lo mejor la explicación pueda encontrarse si nos preguntamos a quien favorece que ello no se realice. Probablemente a las mismas empresas generadoras de electricidad. Si un molino de esos puede atender 500 casas, el servicio podría ser comunitario para muchos, y adiós al compro mensual eterno por el servicio. ¡Pero hay que seguir creyendo que los sueños pueden ser realidad!

Hans Lazzaro

franhilz dijo...

Hans,
No habria que culpar a nadie más que a las autoridades.
Rojas, Negras, Blancas o Tricolores, de Izquierdas o de Derechas, Conservadoras o Revolucionarias... las une a todas un denominador común, infaltable - la inoperancia.