15.1.06

robo


se enamoró en el momento mismo en que la vió por primera vez. tenía más años que él, estaba golpeada por la vida, empolvada y oxidada en una esquina, pero le sonrió desde la vitrina y él se enamoró.
era una Remington negra y cromo.

en aquella máquina de escribir podría contar historias de dos ciudades, invasiones de platillos voladores y viajes hacia el Oriente en caravanas de camellos. en esa máquina podría escribir cualquier cosa, pensó. entró y la compró, compró también cinta entintada y una cuartilla de papel de diario reciclado, grueso y tosco.

la instaló frente a la ventana desde donde por las mañanas veía los juegos de sol y sombra entre los rascacielos apiñados.
a T. también le gustó la máquina. la tarde del jueves ella llegó con una bolsa con merienda, vino y chocolates. él se apuró por finalizar un capítulo mientras T. disponía la mesa y se colocaba la bata azul.
tomaban vino y anochecía - ella pasó la mano por el cuerpo metálico de la máquina, subió unas líneas el papel y escribió algo.
se durmieron después de hacer el amor dos veces.

él soñó que la Avenida Central era un río ancho por el que navegaban yates, veleros de tres mástiles y buques de calado hondo. soñó que estaba en la ventana cuando un bergantín negro de maderos encerados pasó hacia el mar. desde la nave le hicieron señas, entre mucha gente vió a sus padres, a sus hermanos, al tío Emile y a la tía Rosa. se vió a sí mismo saludándose con la mano - doce años, pelo revuelto, camisa escocesa de verano. se respondió el saludo.
T. soñó con los girasoles de Van Gogh, con un trigal infinito y escuchó graznar un grupo de cuervos, negros como carbones, que volaban sobre los campos.

las nubes se abren y la luz de luna acaricia techos, calles y arboledas. entra por la ventana un reflejo celeste y se posa sobre la hoja en la máquina de escribir, lee: "Amore Di Profundis". le gustan las palabras y se las roba.

mañana: echa cuatro huevos al sartén, trozos de queso, algo de leche y revuelve. la cafetera gotea su pócima oscura. T. sale del baño envuelta en una toalla y se acerca a la ventana a mirar el amanecer.
- "¿tú borraste lo que escribí anoche?", le pregunta, mirando la página que sobresale de la Remington.
- "en absoluto", dice él, "y ahora a la mesa que esto está listo!".

le gusta verla comer con hambre. lo hace cuando está contenta. en esos momentos también él come más. dos tazas de café incluso. comen y hablan - y se olvidan para siempre del asunto.

sobre el papel, un último brillo celeste desaparece y vuela tras la luna, antes que el sol llegue. ya pensará en recompensarles con algo.

(dibujo - Frank)

5 comentarios:

Anónimo dijo...

Querido Dock, cuando he visto el dibujo de este post, me ha dado un vuelco el corazón porque la primera vez que entré en este sitio tuyo -o una de las primeras- me enamoré de un dibujo que se parecía mucho, pero muchísimo a este. Me fascinó el escritorio, la ventana, los edificios, la taza de café... Eso debía ser en mayo 2005 (por supuesto, después, he ido a comprobar que mi memoria no me engañaba demasiado).

Sí quiero decirte que la "impresión" ha sido porque de repente ha sido un flash back, como en las películas, y he regresado a la primavera pasada, a tus dibujos, a tus escritos y a todo lo que ha sucedido desde entonces por "culpa" de esa primera visita a tu blog... Y tengo que agradecerte un millón de cosas por ello, mi amigo, un millón.

Un día te daré un enorme beso y te lo contaré frente a tu lago (un día te visitaré) -o al Mediterráneo- con una cerveza negra, muy fría, en la mano.

Anónimo dijo...

¡Qué buen dibujo, Dock!

Besos con reflejos celeste de luna llena y fría de 15 de enero de 2006

franhilz dijo...

Te acordabas mujer!
Sí, yo tambien ... al comienzo pensé que me escribía alguien de Valparaíso... pero, era Bai, la reina de los atardeceres frente al mar.

Posteo reciclado de mayo del año pasado.
Pero me gusta - creo que valía la pena.

Anónimo dijo...

si... voy a robarte la máquina y la creatividad y el ingenio y el arte. Con todo ello me haré un avión de palabras, de esos que con un soplido de aliento tibio, cruza el océano Atlántico hasta un lugar que no he visitado nunca pero en el que hace frío. Llevo el postre.

franhilz dijo...

Ha ha ha ha ... está bueno!
Welcome!