íbamos a crear tres máquinas maravillosas
brillantes como armadura vírgen
una sería el dios de los cielos
con un alma vertical
otra reinaría los mares
y cantaría canto de ballenas
la tercera máquina magnífica
iba a ser el dios de la tierra
que escupiría ciudades
desde los altares de su boca gigantesca
y entonces fue que un ángel payaso
lo invadió todo con minúsculos biocircuitos
millones de ellos llenando el espacio
multiplicándose en nuestra sangre
y en la savia de los árboles
biocircuitando incansables
cada microscópico rincón del universo