31.5.13

stop


viajamos hacia el norte. es principios de invierno y todo es gris.
por minutos tu mano ha vagado por mi pierna derecha. cantas bajito con la von Otter acompañándote desde la radio.
cuando lo logras decidimos detenernos en alguna parte.
el lugar bajo lo árboles es una buena elección. 'que estuviera detrás de la iglesia fue un poco pecaminoso', dices después, cuando viajamos nuevamente hacia el norte.

24.5.13

princesa de la velocidad


El SuperArrow es un tren magnético que cruza las llanuras y los valles a una velocidad constante de 700 kph, aunque una mañana sin viento se registró un máximo de 726 kph - récord que aún permanece sin superarse.
Esa asombrosa velocidad se consiguió atravesando la estepa rusa. Era primavera y la tundra brillaba bajo un sol gélido con millones de colores inesperados. El aire era tan frío y estaba tan quieto que las mariposas del heno se preguntaron si la Tierra se había detenido.

Sentada en el tercer vagón del SuperArrow, ella lee el penúltimo capítulo de una novela de novecientas páginas y contiene la respiración durante los treintaiseis minutos que le lleva recorrer las líneas del clímax hasta el desahogo final.

Al terminar el capítulo, coloca el marcador - una larga cinta de seda roja - y cierra el libro. Mira el paisaje borroso por la ventana y se da cuenta que el tren comienza a desacelerar para detenerse en la próxima estación, veinticinco kilómetros más adelante.

22.5.13

tregua

después de la ducha
mientras me seco
entra Beatrix Kiddo y me invita a la sala
donde según dice
nos aguardan unas Sapporo heladas

el agua golpea las ventanas
pero aquí la alfombra es tibia
y el barro de la cascada
confiscado entre sonrisas
confirma su renuncia indeclinable
al menos por unas horas

un alto al fuego repentino
para que guerreros nocturnos
descansen heridas
de amores vengativos

20.5.13

la tabla de surfing de cristal astillado

A veces a las doce de la noche la vida estalla en mil millones de pedazos caóticos, como si fuera un cristal atravesado por una bala. No es un estallido imponente, con trozos girando en cámara lenta y brillando a la luz de la luna o bajo luces de marquesina - es interno, es una explosión sorda y mutilada, como la tos de un genio viejo y cansado, que nos llega enmudecida desde el fondo de una lámpara de aceite.

La explosión es invisible a los ojos del mundo, pero es tan palpable como una piedra en el zapato o un trocito de hueso en el estofado.

Cuando la vida nos explota en mil milones de pedazos a las doce de la noche nos convertimos en surfistas de la vida. Después del shock inicial, tratamos de mantener el equilibrio sobre uno de esos pequeños trozos de cristal irregulares, lanzados al espacio a toda velocidad por una fuerza mayor que no eres capaz de controlar o entender.

Y somos surfistas amateurs, no tenemos el debido entrenamiento ni la preparación adecuada. Lo único que podemos intentar es no hacer el ridículo. Poniendo toda la energía en una sola meta: mantenerse en pie lo mejor posible.

En eso vamos todos. Y dependemos sólo de la suerte. De que una nueva bala no astille aún más nuestra tabla de surfista aficionado, de que la próxima ola no sea monstruosa, de que uno no pierda totalmente las ganas de mantener el equilibrio.

¿Cabe alguien más sobre esa tabla de surfing de cristal astillado?
No. Vamos solos. Esa parece ser la regla principal del juego. 

17.5.13

abisal


eso siempre me gustó de tí
cuando dije que viviríamos en una ciudad submarina
ya tenías puesto el traje de buceo
y llenabas los tanques de oxígeno

13.5.13

romper la rutina

romper la rutina
ir en auto una noche de domingo
(sin destino
después de ducharse 
antes de ir a la cama)
ponerse chalas, shorts
salir a la ambiguedad
viajar escuchando radio
(las noticias de las diez)
aparcar
(supermercado abierto 24 horas
carro de compras)
entrar por nada
probar fruta
llevar una bolsa de medialunas
moler trescientos gramos de café 
leer etiquetas
(como fantasma eléctrico
perdido entre pasillos
junto a otros engendros
que engañan hábitos
entre luna y florescencia)

8.5.13

revisión

¡qué verguenza , shame on me!
he escrito tanta poesía mala
quizás me den un Guiness

sólo quiero escribir
de vez en cuando

receta:
tus manos líquidas
la curvatura del agua alrededor
y una vida sin gravedad planetaria

síndrome uterino , dices
aún así preparo mi nueva espada
de descabezar adjetivos

avanzo en primera fila invasora
contra las fortificaciones de mi necedad