avistamos horizontes de tiempo desde el parabrisas del día, pero la noche nos atrapa en su telaraña de espectros, tersa, casi invisible, impalpable a los seres afligidos del artificio mezquino, de las noticias, de las cambiantes circunstancias invariables.
es que aún hoy, como en esos tiempos de liras y salmos, un viaje al desierto es lo que alivia el alma. la soledad. el silencio. la quietud te abraza, maternal, y te regala una mujer de fuego que calcina tus heridas.
aparte de eso no esperes mucho. incluso emperadores nacen y mueren solos.
1 comentario:
Abrasarse es un lindo modo de chamuscar la soledad.
Aunque luego renazca más feroz, bien abonada por las cenizas.
Un abrazo sin desiertos.
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