23.11.09

edicto


avistamos horizontes de tiempo desde el parabrisas del día, pero la noche nos atrapa en su telaraña de espectros, tersa, casi invisible, impalpable a los seres afligidos del artificio mezquino, de las noticias, de las cambiantes circunstancias invariables.

es que aún hoy, como en esos tiempos de liras y salmos, un viaje al desierto es lo que alivia el alma. la soledad. el silencio. la quietud te abraza, maternal, y te regala una mujer de fuego que calcina tus heridas.

aparte de eso no esperes mucho. incluso emperadores nacen y mueren solos.


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1 comentario:

Xi dijo...

Abrasarse es un lindo modo de chamuscar la soledad.

Aunque luego renazca más feroz, bien abonada por las cenizas.

Un abrazo sin desiertos.