
"23 años!...que valentía, régalame un poquito para ser capaz de huir..."
- Pame
"Dos senderos se bifurcan en el bosque y yo -
yo tomé el menos transitado
y eso hizo toda la diferencia"
- Robert Frost, en The Road Not Taken
En ese sueño de la niñez, un velero está pronto a zarpar desde un muelle de maderas endebles. Es verano, nubes de algodón en un fondo azul y el sol es el amo del mundo.
¿Corro hacia el barco y lo abordo? ¿o no? Quizás haya otro velero mañana, o el próximo mes, o después...
Es una sensación no lacerante, no triste ni alegre, no cruel ni dulce - simplemente está allí, como un resorte en tu espíritu.
Si se está vivo uno debe elegir constantemente y nunca se sabe si la elección fue acertada o si uno se equivocó rotundamente. Los físicos nos aseguran la existencia de universos paralelos, cientos, miles, millones de universos desarrollándose a partir de cada una de las posibles elecciones particulares y cósmicas.
Claro, la elección de irse no siempre implica un alejamiento material. Hay veces en que ya no estamos en un lugar desde hace tiempo, a pesar que seguimos viviendo allí.
Hay momentos en que los lugares nos ahogan como boas, sacándole el aire a nuestras esperanzas.
A veces esa sensación es individual, a veces es masiva - y se producen las emigraciones. La gente sale, se va, emigra, en busca de aire - de una vida diferente. A veces para huir, dejar atrás fantasmas, muchas otras porque quiere ver y vivir otros horizontes, ¿Por qué? Quién sabe!
Siempre, en el fondo de la nuca quedará la pregunta, ¿qué hubiera pasado si...? ¿quién sería yo ahora? ¿qué estaría haciendo? Quizás, piensa uno, estaría recriminando el no haber corrido esa vez por el embarcadero para saltar al velero que se aleja.
Nunca se sabrá...